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Incentivar la producción de biocombustibles: clave para la diversificación y seguridad energética

La crisis energética global ha resaltado la necesidad de diversificar las fuentes de energía y fortalecer la seguridad energética. En este contexto, los biocombustibles se han consolidado como una alternativa clave para reducir la dependencia de los combustibles fósiles y crear una matriz más sostenible.

En 2022, los biocombustibles evitaron el uso de 2 millones de barriles de petróleo en el transporte por carretera, representando el 4% del consumo mundial en ese sector. Países como Estados Unidos, Brasil, Europa e Indonesia, que concentran el 85% de la demanda global, han demostrado su aporte a la seguridad energética. Si bien el 60% de la demanda proviene de economías avanzadas, el crecimiento en economías emergentes será decisivo en los próximos años.

Argentina, India e Indonesia han acelerado su adopción de biocombustibles: Argentina aumentó su meta de mezcla de biodiésel, India avanza hacia un 20% de mezcla de etanol para 2025 e Indonesia busca un 35% de biodiésel para 2024. Estos ejemplos subrayan cómo los biocombustibles no solo diversifican la energía, sino también impulsan el desarrollo tecnológico y económico.

Sin embargo, los costos más altos en comparación con la gasolina y el diésel plantean desafíos. Para enfrentarlos, los gobiernos deben fomentar la inversión en infraestructura, innovación y desarrollo sostenible. Países como Brasil, Suecia y Finlandia han ajustado sus políticas para mitigar estos costos y apoyar el crecimiento del sector.

En EE. UU., la Ley de Reducción de la Inflación ha destinado 9.400 millones de dólares hasta 2031 para apoyar la producción de biocombustibles. Canadá ha implementado las Regulaciones de Combustibles Limpios, que buscan reducir un 13% las emisiones de los combustibles de transporte para 2030, mientras que la UE avanza con la Directiva de Energías Renovables (RED III) para duplicar el contenido de renovables en los combustibles.

La expansión de la producción de biocombustibles en países emergentes ofrece una gran oportunidad para mejorar la seguridad energética global. Con políticas adecuadas y un entorno que promueva la inversión, los biocombustibles pueden ser clave en la diversificación de la matriz energética, reduciendo la dependencia de los combustibles fósiles y acelerando la transición hacia fuentes más limpias y sostenibles. Promover su producción local no solo refuerza la seguridad energética, sino también impulsa el desarrollo económico, convirtiendo a los biocombustibles en un motor clave para las economías emergentes.

 Fuentes consultadas.

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