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Juan Felipe Neira Castro, abogado y socio de Stratergy Consulting

1. ¿Qué podría contarle a nuestra comunidad sobre su experiencia en la industria de energía, gas, petróleo y renovables?

Desde inicios de mi carrera profesional, el sector energético me permitió encontrar lo que buscaba: un espacio para ejercer el derecho en un área que mezcla el sector privado y el sector público, con contacto con el territorio y aportándole al país desde distintas perspectivas.

Mi educación ha estado enfocada en este sector, tratando de incorporar elementos del debate internacional en energía, petróleo, gas y combustibles, a las realidades y particularidades de Colombia. Por esto he estado involucrado con organizaciones como el Tratado de la Carta de la Energía en Bruselas, que se centra en la cooperación internacional y la claridad de las reglas jurídicas que permitan la inversión y el flujo de energía libremente; pero también he hecho parte del sector público como Gerente de Asuntos Legales de la Agencia Nacional de Hidrocarburos, buscando caminos regulatorios que permitan que la industria se desarrolle y le aporte al país.

Hoy, soy socio fundador de Stratergy Consulting, una firma especializada en el sector energético en asuntos regulatorios, legales y de relacionamiento institucional, que cuenta con expertos con formación y experiencia específica en este sector, que conocen como funciona el Estado por dentro y ofrece a sus clientes asesoría para navegar las situaciones actuales que vivimos. En esta firma, hemos estado muy cerca del sector de biocombustibles y del desarrollo regulatorio, particularmente respecto de las mezclas y su futuro para la transición energética en Colombia

Mi otro `sombrero´ ha sido el académico, que me ha permitido ejercer la cátedra activa en la Universidad Externado de Colombia. Estos espacios de debate franco, con datos y con especialistas del sector me han permitido desarrollar una actividad de investigación aplicada y que le aporte al país y a la industria energética.

2. Desde su visión, ¿cómo está viendo la transición energética en el mundo y cómo cree que la economía basada en la industria de petróleo y minerales?

La transición energética lleva en discusión varias décadas; en principio se hablaba de un reemplazo de fuentes de generación de energía `sucias´ por unas fuentes `limpias´, pero el concepto y el entendimiento del mismo ha evolucionado a una idea más cercana a la realidad, que es la responsabilidad por las emisiones de gases de efecto invernadero y no un simple reemplazo de fuentes. Otro avance ha sido el entendimiento de que la transición no puede hacerse solamente desde el lado de la oferta, casi que debe fomentarse de mayor manera desde la demanda.

Lastimosamente, hemos perdido casi una década desde el acuerdo de Paris y hemos avanzado globalmente muy poco. Es muy poco probable que logremos la meta de aumento de temperaturas de 1.5 grados y estamos más cerca de 2 o aún más.

Las industrias extractivas son esenciales para la transición, sin ellas no habrá paneles solares, turbinas eólicas, baterías o asilamiento término que fomente la eficiencia energética. Por lo tanto, debemos tener una discusión global, donde aquellos países productores que requieren estos recursos para desarrollarse lo puedan hacer y aquellos grandes consumidores hagan esfuerzos mayores por aportar en la batalla contra el cambio climático.

3. ¿Cómo está viendo los procesos de descarbonización en Colombia?

Sorprendentemente Colombia va bien. Los distintos gobiernos que han atendido los asuntos de la transición han hecho avances, algunos más marginales que otros, que aportan a que marchemos en el camino correcto.

Sin embargo, Colombia sufre del mismo mal que la mayoría de los países del mundo. Cree que la transición energética es un problema del sector energético, cuando es una situación que afecta a toda la sociedad, casi que a los mismos niveles en los que el COVID no fue un problema del sector salud solamente, sino de todos los ciudadanos del mundo.

Por esto, es muy, insisto, muy importante conocer en qué situación se encuentra Colombia y cuál es su perfil de emisiones, para que nuestras acciones a futuro sean justas, proporcionadas, pero sobre todo eficientes. Por esto, hay que señalar que Colombia emite entre el 0,4% y el 0,6% de las emisiones totales globales. Por otro lado, los principales emisores de gases de efecto invernadero en Colombia son la deforestación, el agro, la ganadería, el transporte, la industria y finalmente la generación de energía. Por lo tanto, ver la transición desde la visión de la demanda se vuelve fundamental, para poder asignar las responsabilidades y las acciones correctas a los sectores que más pueden aportar en esta batalla.

Para un país en desarrollo como Colombia, pensar en convertir su flota automotriz a vehículos eléctricos en un 100%, o modificar su matriz energética sin capacidad de respaldo térmica, es casi una utopía. Por lo tanto, la mejor forma de que Colombia impacte su perfil de emisiones y se convierta en un protagonista real de la transición energética, es a través de los biocombustibles.

Los bios son la mejor herramienta que tiene Colombia en los próximos 50 años, para disminuir sus emisiones, generar empleo y crecimiento social y apalancar el desarrollo económico del país con una base de bajas emisiones.

El país ha perdido muchas oportunidades en los últimos años. ¡Esta oportunidad de los biocombustibles no la podemos perder!

4. ¿Cómo piensa que se pueden superar los desafíos regulatorios y técnicos para promover eficazmente el uso de biocombustibles en Colombia?

En primer lugar, hay que reconocer que Colombia es un país líder a nivel global en temas de biocombustibles. Es cierto que al lado tenemos a un gigante como Brasil, pero el simple hecho de que tengamos una mezcla obligatoria hace décadas, nos da la autoridad moral, para hablar sobre este tema en el mundo.

Ahora, eso no es suficiente. No podemos seguir pensando que las mezclas obligatorias son el tope de la industria y del aporte que se le debe dar al país. Es necesario dar el siguiente paso.

Para esto es necesario iniciar una ruta que le permita al país, llegar a un escenario de mezclas voluntarias. La conciencia de las nuevas generaciones sobre su impacto individual en el medio ambiente, la disposición de las importadoras y ensambladoras de avanzar en la incorporación de unidades con tecnología de flex fuel y la oportunidad económica para los actores del mercado y para el país, nos ubican en el lugar y el momento perfecto para avanzar.

Pero nos hace falta un elemento: señales regulatorias claras, consistentes y seguras que nos permitan avanzar, y al ritmo que necesitamos. El Estado tiene el balón en su campo, si así lo decide, un marco general de las mezclas voluntarias de biocombustibles de primera generación, son ese paso decisivo que le permitirá a Colombia convertirse en una potencia en energía, con responsabilidad ambiental, responsabilidad social y seguridad energética.

5. Dado que los biocombustibles ofrecen oportunidades tanto económicas como medioambientales, ¿cómo cree que se pueden diseñar políticas públicas que equilibren adecuadamente estos aspectos, asegurando un desarrollo sostenible para el país y beneficios tangibles para sus ciudadanos?

Me parece muy importante dejar mensajes muy claros en la regulación y en el diseño de las políticas públicas que establezcan un marco claro, para todos los actores del mercado. Desde el productor o importador, los distribuidores mayoristas y minoristas y sobre todo el consumidor final deben verse beneficiados por un mercado más abierto que permita las mezclas voluntarias.

Ojalá esto se pudiera impulsar con un solo Decreto o una Resolución, pero va a ser necesaria una infraestructura normativa, que otorgue incentivos muy claros, para que esa demanda de la que depende la transición energética en el sector de los combustibles permita que ese espacio sea habitado por los biocombustibles.

La teoría diría que debemos avanzar en una política pública que puede ir enmarcada en una hoja de ruta o un CONPES específico. Pero eso hay que ajustarlo a la realidad mediante mecanismos regulatorios que dejen las reglas claras a todos los actores. También necesitamos hacer muchísimas pedagogía para que el consumidor final no permita que los mitos sobre los biocombustibles, obstaculicen a esta industria que puede ser crucial para el país.

Podemos empezar con una regulación marco que abra la puerta y sea la sombrilla para que las mezclas voluntarias se desarrollen en Colombia, de forma paulatina y organizada, pero avanzando con la velocidad necesaria.

6. En su opinión, ¿cuál es el papel del sector público y privado en el impulso de la movilidad sostenible y los biocombustibles en Colombia, y cómo podrían colaborar de manera efectiva para alcanzar objetivos comunes de desarrollo económico y ambiental?

En mi opinión los biocombustibles tienen la característica de ser positivos para todos. No tienen una ubicación ideológica, no generan obstáculos y por el contrario, son una herramienta que bien utilizada puede tener importantes impactos ambientales y económicos en zonas rurales del país, así como en centros urbanos de consumo de combustibles.

Por lo tanto, si aprovechamos o no la oportunidad de los biocombustibles dependerá de la colaboración del sector privado y el sector público. Para el Estado, es una oportunidad de oro de potenciar una industria energética, con importantes beneficios ambientales, mediante el desarrollo de la adecuada infraestructura de incentivos. Para el privado, es la oportunidad de tomar riesgos, pero probablemente asegurar importantes espacios de mercado que generen beneficios importantes y una oportunidad de desarrollo social en el campo, como muy pocas en la historia.

Vale la pena evaluar la figura que trae el Plan Nacional de Desarrollo de la Comunidades Energéticas. Es una oportunidad de traer el concepto de la Justicia Energética a la industria de los Biocombustibles.

Con las herramientas correctas y el desarrollo de relaciones público privadas honestas y eficientes, podemos aportarle al país y al mundo en este desafío global que el Cambio Climático.

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