A la luz del cambio climático, existe una necesidad urgente de descarbonizar la economía. El sector del transporte es específicamente desafiante, ya que la demanda está creciendo, al igual que sus emisiones de GEI y en consideración que la movilidad eléctrica no podrá resolver esto por sí sola, se necesitarán combustibles renovables para cerrar la brecha entre los objetivos de reducción y las emisiones reales proyectadas.
Los Bios 2.0, es decir, la nueva generación de combustibles de bajas emisiones como el éster metílico de ácido graso (FAME), los combustibles sostenibles de aviación (SAF, por sus siglas en inglés), el diésel renovable y el diésel marítimo, se ubican como unas de las principales alternativas en la descarbonización del transporte terrestre, aéreo y marítimo.
El FAME, o usualmente reconocido como biodiesel, según lo indica la Resolución 40103 de 2021, de los Ministerios de Minas y Energía y Ambiente y Desarrollo Sostenible, desde el 07 abril de este año debe cumplir con nuevas especificaciones de calidad.
El diésel renovable, por su parte, resulta de un proceso alternativo a la transesterificación, denominado hidrotratamiento y, al igual que el biodiésel, ofrecen importantes beneficios ambientales.
El Plan de Compensación y Reducción de Carbono para la Aviación Internacional (CORSIA) entrará en vigencia el próximo año, con más de 70 países que se ofrecen como voluntarios para suministrar la mitad de todo el combustible para la aviación internacional a partir de biocombustibles para 2050.
La Organización Marítima Internacional (OMI) adoptó una estrategia para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero del transporte marítimo internacional en al menos un 40% para 2030 y prosiguiendo los esfuerzos hacia el 70% para 2050.
Desde el sector, se presentan estas nuevas generaciones de combustibles sostenibles con el objetivo de reducir las emisiones de efecto invernadero, diversificar las fuentes de abastecimiento y disminuir la dependencia al petróleo.
Fuentes: Cañón, OACI, Ecosmep
